Historias que no tienen final

domingo, 18 de noviembre de 2012

(Extractos del final de una historia) CUANDO NADA -ni nadie- LE SORPRENDE

Lorién está cansado de todo. Él, que había mirado a las palomas desde la ventana de su clase y había visto una señal de que todo podía cambiar, está harto de todo. Ya nada le aporta, ya no aprende de nadie. Ha ganado la carrera, sí, pero sólo él ha llegado a la meta y ahora está solo, tan solo que ni recuerda cuántas personas han participado con él. Han pasado seis años desde que todo empezara de nuevo, desde aquel viernes por la tarde en el que, de repente, todo acabó y empezó algo nuevo, desde que tuvo Miedo.
¿Miedo, qué era eso ahora? Ya lo había vivido. Ya le habían hecho daño y ya había hecho daño. Ya se lo sabía. Siguiente lección, por favor, ésta ya se la sabe.
¿Ahora qué? Seguir adelante, sin estímulos, sin ganas, sin motivaciones... No es su estilo. Lorién necesita algo y a alguien. No sabe levantarse de la cama sin nadie en quien pensar. 
[...]
No escribe "amor" con mayúscula desde hace demasiado tiempo. Los sentimientos ya no merecen escribirse con mayúscula, eso es lo único que había aprendido con Sara. Lorién se había rendido a Sara por confusión, no por amor (y mucho menos por Amor); su histoire con Sophie se había quedado a medias y necesitaba alguien que rellenara ese espacio y la terminara, nada más. Otra historia que termina sin aportarle nada, aunque pareciera que esta vez iba a ser diferente. Ya está. Siguiente lección, por favor, ésta ha sido demasiado fácil.

Está harto de las preguntas sin respuestas. Está harto porque piensa que ha hecho todo bien, haciendo el menor daño posible a los demás y dejando las cosas claras desde el principio. Cree que no se ha equivocado pero, si no lo ha hecho, ¿por qué no para de preguntarse qué hubiera pasado si en lugar de tomar ciertas decisiones hubiera hecho lo contrario? Tal vez ahora, en lugar de ver las fotos de Julia con su novio fuera él quien la besara, o Alba, ¿qué hubiera pasado si se hubiera dejado llevar con Alba? No, con Alba nunca hubiera existido Sophie y eso es algo inconcebible con tan poco tiempo de diferencia entre ambas. Julia es la gran incógnita de su vida pero ya no se puede hacer nada, ella es feliz y él se alegra mucho por ella. Las cosas pasan si tienen que pasar, ¿no? Antes nunca añadía el interrogante al final de esa frase.
[...]
Pero la vida, en ocasiones, se porta de forma extraña y, apoyado en la misma barra de siempre, con la misma gente de siempre a su alrededor, tomando la misma cerveza de siempre mientras miraba a la misma mesa de siempre, aparece una sonrisa donde menos se lo espera. Él la devuelve y espera unos segundos. Se miran de nuevo y vuelven a sonreír. Ya está. Comienza una nueva historia para Lorién.